12 feb 2010

INSTANTÁNEAS: De profesión Juntaletras


Muchas veces me he planteado: ¿porqué escribir?, ¿porqué he sentido siempre que cualquier historia es novelable?. A veces me río recordando que de pequeña cuando mi madre me regañaba y me iba al colegio con la amenaza de que a la vuelta "ya hablaríamos", solía pensar que no pasaba nada que ese capítulo era necesario para mi biografía, sino la historia de mi vida sería aburrida y plana.

En otras ocasiones mientras trabajaba de freganchina en el piscolabis del pueblo, ahí callada entre platos y cubiertos, aparentemente con la mirada perdida en el infinito, escuchaba las historias de los clientes. Ay, como disfrutaba escuchando y pensando que era material buenísimo para empezar algún texto, amor-desamor, odio-envidias, tristezas-alegrías, éxitos-fracasos.

Muchas veces he ido conduciendo y mientras sonaba la música, miles de historias bullen en mi cabeza, una frase ingeniosa surge de la nada, el eco de diálogos enteros reverberan desde el fondo del abismo. Incluso tengo muchas veces que obligarme a centrarme en lo que hago porque los últimos dos o tres kilómetros del trayecto solo veía los pasajes escritos en vez del negro asfalto.

Así que por todo lo dicho y porque siento en mi interior, el pestilente olor de los fetos de las historias no nacidas. Escribo para que las historias no se me enquisten. Intentaré superar el MIEDO al que dirán y qué pensarán. Ya que por prescripción propia: escribir me hace mucho bien.

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