Arreglar los renglones torcidos de Dios no es tarea fácil. En este absurdo teatro de la vida, cuando uno se despista y no sabe cómo seguir, se erigen falsos apuntadores que se empeñan en indicarnos diálogos imposibles, escenas ridículas.
Esta enorme charada está llena de directores incompetentes que creyéndose en posesión de la verdad verdadera te obligan a sobreactuar, a aparentar historias inverosímiles incluso para el artista de método más experimental, alternativo o radical. Acciones absurdas que atentan contra la razón o la propia dignidad. A veces me pregunto, ¿en qué espejo se mira esta gente?, ¿en qué almohada duermen?.
Escribir en hojas en blanco no es difícil, emborronar páginas con letra torpona no es complicado. El problema es tener la capacidad de releer esas páginas y darse cuenta de los errores garrafales que llenan esas cuartillas, ser capaces de intentar mejorarlo, transformarlo, aprovechar lo que valga y seguir.
Aguantar el tirón resistiendo las ganas de quemar el borrador. Soportar el cabreo al comprobar que las miles de horas invertidas en ese proyecto sólo han valido para amontonar una pila de papel manchado.
En un gran esfuerzo por intentar ser creativa y no mandarlo todo al "coño" como dicen en mi pueblo. Cogeremos el tocho de papeles y los echaremos en el contenedor azul de reciclaje para no perjudicar al medioambiente que no tiene culpita na'.
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