24 oct 2010

La sombrilla, reflexiones: Cuatro historias, cuatro.

Ayer estuve en Málaga centro, no en un lugar concreto, sino en todas sus calles. Las ciudades hablan y cuentan historias, sólo hay que ver y escuchar. Es como visitar a una vieja amiga y compartir sus confidencias.

Mientras esperaba el autobús, en la estación de La Alameda Principal, se acerca un hombre bien vestido y formas correctas, mochila al hombro pero con la naríz llena arañazos, pide algunos céntimos para subir al autobús. Recibe lo que solicita y continúa su camino.

A los pocos minutos, pasa un amigo me saluda y me dice que ya no está trabajando. Es cabeza de familia con tres niños, y hasta ahora, último empleado de una empresa vasca con sede en la provincia malagueña. Me lo cuenta sin dramatismos, casi con alivio. Su tono de voz denota cansancio pero resignación por haber resistido hasta el final. Él ha sido el último soldado defendiendo el fuerte y tiene la expresión tranquila del que ha cumplido con su deber, ahora tiene otras batallas entre manos. Intercambiamos algunas frases de cortesía y sin más camina sin mirar atrás.

El autobús se retrasa, los sábados la frecuencia disminuye y aumenta el tiempo de espera. Entre tanto, aparece otro conocido - qué concurrida está la ciudad hoy- y me cuenta que el hotel donde trabajaba en Torremolinos cerró y su próximo destino es la oficina del INEM. Respiro hondo y le miro en silencio un instante. ¡Vaya!- contesto, pero, no sé qué más añadir. Pronto, la conversación cambia de derrotero y también se va.

Yo continúo esperando, miro el reloj, aún faltan unos minutos para que el 'bendito' autobús llegue de una buena vez. Intento ocupar el tiempo y saco un libro del bolso, me dispongo a abrirlo. Entre tanto, se acerca un anciano cargado de bolsas: moreno, de pelo cano, piel surcada de arrugas y sin dentadura. Me mira un instante, titubea pero pronto se decide a hablar: "Joven, le voy a pedir por favor... que me pague el billete de autobús".

Aaaaah, pero, ¿qué pasa hoy?- pienso y le respondo- que él era el segundo de la mañana en pedir para el autobús. Él, rápido en reflejos como un soberbio espadachín no me deja terminar y contesta: "Sí, ya sé que somos muchos pero no pido dinero, sólo el pago del billete. Sólo soy un prejubilado al que no termina de llegarle la pensión." Bueno, vale, no se preocupe, cuente con el billete- le respondí.


Al instante sonríe y en pago a la buena acción me abre de par en par la puerta de su vida mostrando su interior: "Tengo 65 años, he sido camarero toda mi vida. Pero, con mi edad ya no me contratan en ningún lado, incluso tengo una dentadura buena para trabajar - añade- aunque ahora no la lleve puesta. En los sitios de postín hay que tener buena presencia. Además, tengo fotos con el Rey durante la Exposición de Sevilla del 92. Pero, la vida da muchas vueltas. Ahora me busco la vida como puedo. Y no vivo mal del todo, vivo bien. Tengo para comer pero no para vicios. Los viernes me voy al edificio negro a recoger colillas, me paso toda la mañana pero gracias eso tengo tabaco para liar durante la semana. Me encanta leer el periódico, lo recojo allí - señalando unas cafeterías justo enfrente de la parada- los tiran casi intactos y son del día - abre una de las bolsas y me muestra ejemplares de El País, El Mundo y ABC- ahora, llego a la casa me preparo un café y me los leo. Luego, la cena y a la cama escuchando la radio".

La narración se interrumpe, llega el autobús, nos subimos y el abuelo parece que cree conveniente sentarse a mi lado acompañándome durante el viaje. Así que continúa el relato retrospectivo de una vida vista desde la cima de la madurez hasta llegar a su destino, cinco paradas después, donde se despide con un 'gracias' y una sonrisa.

Cuatro historias, cuatro. Cuatro vidas diferentes con una característica común: "sobrevivir en tiempos de crisis". Cuatro instantáneas tomadas en una mañana, sin profundizar, simplemente la mirada pequeña y lejana desde la mirilla.

2 comentarios:

Marina García dijo...

Buena entrada. Me ha gustado mucho. Mañana nos vemos en la Universidad ;) ¡Un beso!

Anónimo dijo...

Yo no doy un céntimo. La gente ha vivido a cuerpo de rey y ahora pidiendo. La Cigarra y la Hormiga 2.0. Bah, que les den.

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