8 jul 2011

La sombrilla, reflexiones de verano.02 (II): Me mudo a la Rue del Percebe


Si X es igual a  un objeto (reflejado) + el espejo (deformado o deformante) + el reflejo (fiel, magnificado o insignficante) + la mirada (del que se mira así mismo o del observador que mira al reflejo del reflejado. Y ateniéndonos a los ítems aquí mencionados, llegamos a la conclusión lógica del gran perogrullo: "Que aunque la mona se vista de seda, mona se queda".

El esperpento según la definición que da el diccionario de la Real Academia Española surge como: "Género literario creado por Ramón del Valle-Inclán, escritor español de la generación del 98, en la que se deforma la realidad, recargando sus rasgos grotescos". La mirada esperpéntica es aquella que "deforma el objeto, la situación o la persona observada exagerando sus defectos o caricaturizándolos", explica Wikipedia.

A mí la vena esperpéntica de los artistas me encanta. Transformar lo estirado en una arruga bella. Admitiéndola sin disimulos y sacarle partido.  Esa capacidad de coger el protocolo, y si ha demostrado ya con creces que está obsoleto y anquilosado, usarlo de índice de contradicciones evidentes. Darle categoría de listado de síntomas preocupantes, indicadores que hacen saltar las alarmas de urgencia. 

La visión crítica salta del papel a las imágenes, y el cine también hace suyo este recurso, ayer Federico Fellini  me abrió los ojos un poquito más, con su  película  "Amarcord".  El artista es crítico con la sociedad que le rodea, le dice las cuatro verdades a la cara, de tal forma que el espectador primero se ríe, luego se mosquea, pero termina diciendo eso de: "Y sin embargo, tiene razón". 

El esperpento descoloca, pero aplaca tensiones. Y ahora más que nunca hace falta gente capaz de usar la creatividad para remover el agua estancada. Desbloquear "la mala baba" existente para que entre agua fresca. Además, es que ir todo el tiempo por la vida derecho como un palo,  metiendo tripa y haciendo el paso de la oca, es muy cansado. Mientras escribo me vienen a la cabeza las caricaturas de Ibáñez y su comunidad de vecinos, y tal como está el patio creo que me voy de vacaciones a la Rue del Percebe, 13.

Buenos días

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