25 oct 2012

Minirrelato: Historias de gatos (VII): El gato submarinista

En el muelle había una escalera que se perdía en el mar. Las pequeñas olas acariciaban la piedra. Todos los días un gato se sentaba a mirar los peces. Éstos se escondían bajo los barcos, se paseaban sin miedo en la superficie. Se habían acostumbrado a ser mirados, estaban grandes y gordos de comerse el pan que les echaban los transeúntes.

El gato miraba el agua, pero no le importaban los peces, quería bajar al fondo. Saber qué había debajo, pero le daba miedo el agua, no sabía nadar. Alguna vez pensó que quizás si se dejaba caer encima de algún pez gordo, no se ahogaría y aprendería a nadar. Pero, pronto se quitó esta idea de la cabeza porque él no se sentía un gato surfero, cabalgando sobre las olas. Se sentía más bien un gato submarinista. 

- Pero, claro, para eso había que solucionar dos problemas: primero quitarse el miedo al agua y segundo aprender a sumergirse.

Así que decidió meter primero una pata, luego la otra, agarrado de los escalones y sin separarse mucho. Un transeúnte que pasaba lo observó y pensó: 

- Pero, ¿qué hace ese gato? ¡Está loco! 

El transeúnte corre y le pregunta al gato porqué tenía ese comportamiento tan extraño. Después de escuchar sus razones, le dice:

-  Si quieres conocer, ¿por qué no te subes al árbol más alto, o la montaña más alta?
-  Por que allí, solo van los que quieren conquistar la cima y dejar su bandera.
- Si quieres descubrir tesoros, ¿porqué no buscas en una mina?
- Porque no me gusta cavar tumbas y expoliar tesoros. Solo quiero sumergirme y mirar. Estoy aprendiendo, ¡mira como bajo y subo!

El transeúnte lo mira en silencio y le contesta: 

- Está bien, vete. Pero no te olvides de salir a respirar. 


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