9 oct 2012

La sombrilla, reflexiones: Hijos del miedo

Cuando comienzas a andar el camino de la vida te das cuenta de lo mucho que tenemos en común con los desterrados del paraíso. Te haces consciente de la desnudez y de lo poco que abriga una hoja de parra. Una vez que la vida te da de comer, sin distinguir entre lo dulce y lo amargo, empiezas a preferir, que no a elegir. Para poder elegir alguien te tiene que preguntar y la vida no pregunta, ejecuta. Esa incertidumbre es abono para el miedo.

La ignorancia no es prevenida porque no conoce los peligros. El miedo enciende las alarmas, activa el sentido de supervivencia o lo bloquea. Te hace huir lejos o encerrarte en la cueva más recóndita. Todo tiene sus ventajas y sus desventajas: si huyes, los perros siguen aquí y no puedes volver. Si te escondes se reduce el espacio tu esfera personal.  La tercera opción es quedarse, mirar a los perros a la cara y aprender a sobrevivir.

Por otro lado, ¡qué útil es el miedo para algunos! El miedo como herramienta de control de masas, para conseguir: que te voten, que trabajen más, que acepten condiciones que rayan la esclavitud, que se refugien en el conformismo de "lo menos malo" o la aquiescencia de "lo malo conocido". El miedo se impone, se contagia. El miedo se vende y por miedo se compra. Paseo por las calles de mi barrio y todas las casas están llenas de rejas. Esas viviendas son pequeñas cárceles que los individuos han elegido para vivir. 

Si vuelco esta reflexión en una taza y miro el poso que deja hay una frase: "La información os hará libres". Esta cita se le atribuye a Clay Shirky, gurú de la Red y de la Web 2.0. ¿Tú que opinas?

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