22 oct 2012

La sombrilla, reflexiones: La puerta de Pedro J. Ramírez

Me encanta escuchar, cuando el orador es bueno, me voy de la mano e inicio el viaje. El trayecto se me hace corto. Uf, ¿dos horas nada más? El tiempo cuando es productivo pasa volando, incluso ves pasar tu vida en un flash.  Empiezas a recordar aquellas partes de ti mismo que tenías olvidadas, casi como un reencuentro. Hoy encontré el espejo que me ayudó a recuperar la memoria. Me explico. 

Recordé a aquella Yeiza que tenía diez años y escuchó en la radio una entrevista que marcó un antes y un después. No recuerdo quién era el entrevistado, pero sí que comentaba que el principal problema de la humanidad era la "Comunicación". Esa palabra me enamoró y siempre que podía la repetía. Aunque mi hermana siempre me decía que yo era una "pedante" (no es la única que me lo dice, es que me gusta hablar bonito, oiga)

Hace ya la friolera de veinte años que escribí mi primer poema. No le dí importancia y se traspapeló. Aún lo conservo porque mi padre lo recogió de la basura y me dijo que no dejara de escribir. Él con todos sus defectos y virtudes siempre me animó a coger la pluma. De hecho, solía escribirme en la primera hoja de mis libros de lectura: "Haz que tu luz brille". Tenía catorce años.

A los quince, durante una conversación con mi hermana haciendo planes de futuro nos preguntamos mutuamente qué seríamos de mayor. Y yo le dije que me gustaba escribir, pero que no me veía encerrada en un despacho escribiendo 300 páginas para describir el recorrido que hace una hoja cuando cae del árbol. Dije que quizás, con mi personalidad me iba mejor Periodismo. Tengo demasiado nervio dentro, aunque muchos me digan que como soy canaria llevo el estrés de otra manera porque llevo en mi ADN una hora de retraso. ¡La procesión va por dentro, maestro!

Eso, y que hacía poco que había visto un reportaje de Informe Semanal sobre la vida de Arturo Pérez Reverte, creo que eso tuvo mucha culpa también.

A los dieciocho, empecé un curso que cambió mi forma de pensar. Una academia de informática que nos inoculó la idea de que Bill Gates era un mal amigo y compañero. Mientras que Steve Jobs era un tío humilde, genial y creativo. Yo quería ser como él y darle una patada al tal Bill Gates ése, que aunque no lo conocía ya me caía mal por imponernos un sistema operativo que nos volvía esclavos a sus productos y actualizaciones.

De aquella época guardo en la memoria algunos comandos en lenguaje Basic como "CLS" para limpiar la pantalla negra o verde, o "C/:" para hablar directamente con el disco duro sin necesidad de "interface intuitiva".  Eso, y que no hay que tenerle miedo a las nuevas tecnologías. De hecho, tengo en mi haber el raro hito de cargarme dos ordenadores por andar toqueteando en el Sistema Operativo, chascarillo éste muy repetido en reuniones familiares: "Las cosas de Yeiza: ¿Qué ordenando el ordenador, no?"... Disfruté como una enana, y me sentí mucho más libre cuando Internet facilitó la posibilidad de mandar emails. Cambié al cartero de mi calle, por Mixmail sin pena ninguna.

2001. A los veintidós, me fui a Madrid, me lo pedía el cuerpo. A comenzar un nuevo proyecto de vida y a estudiar, continuaba con la poesía a ratos y con la Informática metida en la cabeza.  Hasta que topé con las Matemáticas, la Física y el Dibujo Técnico, que hicieron de barrera natural a mi vocación  Tecnológica. 

2002. Por suerte, tuve una buena profesora de Historia, ya fallecida, llamada Pilar Navas que me decía que hiciera Periodismo. No fue la única, muchos después de ella también me lo repitieron. Tanto que a veces me preguntaba, ¿qué veían estas personas en mí para decirme eso? Pilar, no cejó en su empeño y un día me pilló en la biblioteca del Centro de Adultos donde estudiaba. Me dijo que ella y la profesora de Literatura habían estado hablando, para animarme a que escribiera un artículo sobre la Globalización para la revista CEIP de Canillejas. 

De hecho, tanto insistieron en el tema que una de las excursiones que hicimos fue al periódico El Mundo, donde una aplicada periodista-cicerone nos enseñó una redacción diáfana llena de ordenadores. Nos habló de la crisis del periodismo. Haciendo especial hincapié en que la gente no leía, que se compraba el periódico por la promociones. "Ah, y esa es la puerta del despacho de Pedro J. Ramírez". Una preciosa puerta lacada en blanco.

No vimos ni a Pedro J. porque estaba muy ocupado ni tampoco las rotativas no sé muy bien el porqué.  Hasta mis profesoras que llevaban mucha ilusión salieron desconcertadas con la excursión. Mi primera impresión de la redacción de un periódico: Crisis, falta de ingresos, pocos lectores, empresa poco rentable, y mucha prisa, demasiadas cosas que hacer para escuchar y atender a los estudiantes curiosos.

2007. Desembarco en Málaga, el punto medio entre Madrid y las Islas Canarias. Personalmente, venía con la visión muy clara. Nuevo puerto, nuevos proyectos. Me matriculé en el curso de Acceso a mayores de 25 años para entrar en Periodismo. ¿Por qué decidí por fin hacer esa carrera y no otra? Porque no todo es el dinero, ni la posición acomodada que te pueda dar una profesión que ni te gusta ni te llena aunque te de para vivir. Y menos aún, la 'supuesta buena' posición que te pueda dar ser "la mujer de". Siempre me rebelé contra eso y se lo suelo decir a mis compañeras, pues, tengo complejo de abuela: "El mayor logro de una persona está en su propia obra".

Los cuatro años de la carrera han reforzado en mí unos valores e ideas que en otro contexto fuera del de la Comunicación no se entendían. La Facultad fue para mí llegar a 'territorio amigo', no nos conocíamos de nada pero compartíamos un vocabulario común. Les entendía y me entendían, teníamos inquietudes similares. En Comunicación hasta el silencio inspira teorías, intenta explicarlos y ver qué efectos produce. ¡Esto es una "frikada", ya lo sé, pero me encanta!

Por otro lado, está el reporterismo, cosa que me también me fascina, porque siempre he sido una persona muy ecléctica y cosmopolita, con ganas de aprender y conocer gente. Escuchar su historia, el cómo lo hicieron, quienes les inspiraron. Escuchar su por qué y para qué. De alguna manera, conociéndolos a ellos, me descubro a mi misma.

Ahora mismo, siento que mi tiempo de barbecho está dejando paso a los primeros brotes, no sé qué saldrá. Practicar la paciencia y la actitud proactiva son algunos ejercicios que también estoy aprendiendo a realizar.  Dejar que la historia siga su curso. Me alegra que aparezcan esas pequeñas pistas en el camino que me hacen reflexionar y hacer balance positivo de que voy por buen camino. Y con la compañía adecuada.

Algo bueno que tienen las nuevas tecnologías es que si antes me separaba una puerta blanca y cerrada hacia mi vocación, ahora es una @ (arroba). No, no le voy a enviar un tweet a Pedro J. mandándole mi Curriculum Vitae, solo voy a continuar escribiendo.

Buenas tardes

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