7 dic 2013

La sombrilla, reflexiones: La diferencia entre mirar y observar

A veces me siento cantautora de mis propias letras. La música me lleva a lomos de la armoniosa voz de otros al lugar donde están las ideas, las abstracciones. Cuando estás inspirada no hace falta transporte, con un simple chasquido de dedos estás ahí. En ese lugar entre la locura y lo invisible, está la creatividad palpitante. El océano inmenso y profundo donde se esconden las historias ficticias que causan la apnea. Admiro a los que se sumergen a pulmón libre, sin artilugios extra. Un simple cinturón de plomo para acelerar la inmersión y la actitud de adentrarse en la oscuridad luminosa de las aguas.

De fondo suena India Martínez con su canción "Los gatos no ladran". Frase ésta con la que estoy de acuerdo. A los gatos no les hace falta ser lo que no son. Aunque haya propietarios que se empeñen en ponerles correa para sacarlos a pasear. Los gatos de ciudad corren el peligro de morir atropellados bajo las ruedas de los coches. A fuerza de acompañar a sus dueños se mimetizan con sus miedos y se acostumbran a mirar al mundo con terror, o simplemente porque no les queda otra.
David Jiménez

Esta mañana iba en el autobús leyendo el libro de David Jiménez, corresponsal del periódico El Mundo en Asia, "El lugar más feliz del mundo". Una señora se sentó junto a mi lado, preguntándome qué libro y autor iban conmigo en mi viaje interurbano. Le comenté que era no ficcíón. La perspectiva personal del periodista en su cobertura de las crónicas y reportajes que realiza. Lo que no se lee en la prensa, meterse durante un instante en su libro de notas, un instante en su cabeza.

La señora animada por mi contestación estuvo de acuerdo con que leer demasiada ficción no conduce a nada, que estaba harta de la trilogía de libros que tratan el amor y el sexo como una lucha violenta. "Yo soy de las clásicas, a mi pellizcos ninguno, jajajaja". Nos reímos juntas y seguimos comentando que la literatura al peso es poco práctica. Si realmente te saltas las tres o cuatro hojas llenas de descripciones absurdas la trama no lo nota. Además, le parecía que: "Se abusaba del recurso literario de las violaciones en las temáticas de muchas historias".

Sí, pensé yo. Pero, aún así la ficción se queda corta. La realidad es mucho más dura y se tiende a tapar, a esconder, e incluso a ignorar. ¡Mientras no toque de cerca el entorno personal! Muchas operaciones basadas en el 'chanchulleo' para luego celebrarlo con alcohol, drogas, violencia o carne fresca en los clubs de alterne. 

Recuerdo que hace algunos años, me repugnaba la existencia de la prostitución, sobre todo la que se basa en la trata de blancas, chicas engañadas o amenazadas por mafias. Luego, te enteras que hay de todo, las hay así, y las que simplemente lo han elegido como una opción laboral más. Entre estos dos extremos descubrí hace tiempo otro tipo de prostitución, una que dibuja una perfil social de matrimonios adinerados que por mantener un falso estatus se ponen en cada ojo una Visa más translúcida que el tupido velo del ciego que no quiere ver.

Quizás, estoy mezclando demasiadas ideas-temas. Ficción, no-ficción. Ideas peregrinas aderezadas con música, que como en una vieja estación me avisa que este tren llega a su última parada.

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