11 ago 2015

Minirreflexión: Radiografía de la Málaga profunda

Hoy llovió en Canillas de Aceituno. El pueblo estaba en feria, olía a alcohol y a resaca mezclado junto al primer café de la mañana. El agua hizo ridículo mi vestido rojo con escote, pasé frío. Las abuelas me regañaban: "Muy fresca vienes tú". Pero claro, el contraste de estos días atrás de calor insoportable no es fácil de olvidar por cuatro gotas 'guarronas', que más que limpiar llenaban de barro lo que pillaban. 

Canillas es otro pueblo más de la Málaga profunda, de casas blancas en cuesta, con unas vistas impresionantes, las cosas como son. Otro cantar es cuando te hartas de tocar puertas de casas vacías. Si bien es cierto, que no es el caso estricto de Canillas, pero sí la tónica general. Viviendas ruinosas o compradas por ingleses. Tras practicar el inglés 'a cojones' nivel no reconocido por Cambrigde, te encuentras con algún vecino oriundo del lugar. Él es el extranjero, el raro. Me dice: "Gracias a ellos este pueblo tiene vida, han comprado las casas antiguas, están empadronados. Compran incluso terreno rural".

De hecho, se nota cuando entras en una calle donde la mayoría de los residentes son ingleses: los colores, las plantas, los miniventanales en las puertas, la falta de rejas. A parte lo pintoresco, este dato hizo preguntarme que: ¿Ellos vivían más confiados aquí que nosotros mismos?

Otros residentes acoplados en los pueblos que voy encontrando son los okupas. Algunos te lo reconocen a la primera, otros disimulan diciendo que la dueña llegará más tarde o simplemente ni abren la puerta. Enganchados al agua, a la luz e incluso a la antena de televisión del vecino. Ante este último enganche casi me da la risa. Ainsss...

La Málaga de cuestas empinadas, miradores  y casas blancas se queja de que el campo está seco, de que la gente se muere o se marcha a la capital. Se quejan de que los muertos se quedan acompañando a las viudas que coleccionan difuntos para recordarlos en cuanto le dejan un minuto para llorarlos. Se quejan de que el botón rojo de emergencias de la Seguridad Social y muchas medicinas no son gratuitos y tienen que pagarlos. 

Hay veces que me dan ganas de decirles a todos: I'm sorry, I can´t help you. Mil perdones

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