22 dic 2015

Minireflexiones: 'Er puticlub'



Cuando estudiaba Periodismo en la Universidad en una de las asignaturas un profesor soltó la frase de: "Por favor, no le digas a mi madre que soy periodista. Dile que soy el pianista del puticlub". ¡Ostras!- pensé yo. ¿Así de mal está el patio? La autoestima por los suelos. Sobre todo cuando a lo único que aspiras es a pisar un estudio y desarrollarte en aquello que sientes como vocación. Y cuando llegas lo que te dicen que gratis lo que tú quieras. Siempre viene bien para el currículum.

Hay 'muuuchas' otras profesiones denostadas. Hasta hace poco trabajar en hostelería era sinónimo de 'putiferio'. Todavía recuerdo mi época de camarera que mi padre me esperaba en la puerta para que lo dejara, que no le hacía gracia que alternara con los clientes. ¡Oiga que yo solo pongo cafés y bocadillos! Y el colmo de los colmos fue cuando le dije que iba a hacer un extra en un pub durante un puente de la Constitución.

¡El pobre! Los disgustos que le dí después de los veinte. Menos mal que nunca se enteró que hice de gogó en una discoteca. ¡Chitón! Que todavía me regañaría casi 20 años después si se entera. La hostelería ahora es profesión digna y hasta casi elitista. Cosa de la que me alegro, ciertamente. La calidad de nuestra cocina y sus profesionales han dignificado un rol que parecía reducido al recetario de la abuela, o las pequeñas tascas, cutres pero con buena mano.

La construcción era profesión marginal hasta que llegó la burbuja inmobiliaria y ya hasta los titulados cogían el martillo y el escoplo, o cargaban sacos de cemento a la espalda. Como esclavos faraónicos pero con una nómina capaz de meterse en hipotecas de chalets y coches de marcas de renombre.

Hay  más, muchas más profesiones...Yo llevo de comercial en la calle casi dos años y no es que esté mal mirado exactamente. Pero, para poder trabajar hay que ir barriendo los destrozos de las malas prácticas de otros.Y... que más puedo decir. Los que me leéis con regularidad sabéis que me encanta el trato con la gente. Que cada cliente es un maestro/a para mí. De hecho hoy mis compañeros me veían demasiado sonriente, y me preguntaron que si esa alegría era por dar el campanazo. Pues, no. Mal para mí, pero bien para mí, porque tengo ilusión de volver mañana a intentarlo de nuevo, sin que sea un sufrimiento. 

Bueno gente, cuídense y ánimo a los que trabajan, y a los que no tengan trabajo que no tengan miedo del reciclaje. AGUR!!!

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