10 dic 2015

Minirrelato: Las pisadas de gato

No todos los gatos son iguales, ni quien juega con ellos son cándidos ni cariñosos. Ni todas las historias son cuentos ni el final tiene por qué ser feliz.

Puede haber niños que les corten las orejas o que jueguen a que los gatos hagan submarinismo metidos en bolsas de plástico. Otros chavales sacan el cazador que tienen dentro y se transforman con lanza puntiaguda en mano.

Otras historias recuerdan conexiones entre niña y gato bajo la luz de una farola. Iniciar una amistad furtiva que mitigaba la soledad. Y tener que despedirse, ante el inminente descubrimiento por parte de la familia, de los juegos gatunos.

Caricias y carantoñas acabaron cuando meses después un vecino celoso le dió una patada al gato estrellándolo contra la puerta de la casa de la niña. Matando así a su compañero de juegos.
Ella prefiere olvidar la imagen del cuerpo inerte de su amigo y recordarlo acurrucado en su regazo en las noches de luna llena. Lunas grandes y naranjas. Brillantes como los ojos de gato.

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