23 ene 2016

Minirreflexión: Los principios y los finales

Zombies. Fuente: TeeHunter.Com
Hay unas frases de María Zambrano que hablaban del exilio y el desierto: "Fuí alguien que se quedó para siempre fuera y en vilo. Alguien que se quedó en un lugar donde nadie le pide ni le llama. Ser exiliado es ser devorado por la historia. Y su lugar es el desierto. Para no perderse, enajenarse, en el desierto hay que encerrar dentro de sí el desierto. Hay que adentrar, interiorizar el desierto en el alma, en la mente, en los sentidos mismos, aguzando el oído en detrimento de la vista para evitar los espejismos y escuchar las voces."  De su libro  Los Bienaventurados.


Siempre me he sentido identificada con ella... La melancolía infinita del desarraigo va más allá de la tierra y sus gentes. Hay veces que el cuerpo anhela el sueño, la muerte o la 'petit mort' para acercase al lugar infinito donde la mente se encuentra en casa. Algún gracioso diría que en mi lista me faltan los opiáceos. Pero no se trata de huir, sino de volver.  Zambrano era una mujer de mente preclara y vista agotada. Ser avanzada a su tiempo mientras tropiezas con los despiertos que te plantan batalla,  los zombies que te dan mil puñaladas por andar entre dos tierras. Y por último, los durmientes. Los que se conforman con que su vida se parezca a lo que habían imaginado o visto en la tele. El gran normalizador de tradiciones 'marketinianas'.

Hoy estoy un poco obstrusa, no sé si tiene sentido esta reflexión. Pero me siento demasiado despierta, demasiado crítica y demasiado desarraigada para los círculos en los que me muevo. O simplemente conformarme con la mediocridad. ¿Qué estoy haciendo y a dónde voy? ¿Tiene sentido pensar así?

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