23 dic 2016

Minirreflexiones: De pleitos con el tiempo

El tercer precog
Llevo meses metiéndole prisa al tiempo: ¡Pasa rápido: agosto, septiembre, octubre, noviembre! ... Y diciembre trae noticias que te hacen echar el freno de mano. No vale para nada, no se vende tan barato. Converso con mentes ancianas, filósofas de ochenta y pico largos. Mas guerreras y exigentes que cualquiera de nosotros. Supongo que es porque ya hay cosas que les traen al pairo. Ven las noticias, saben los muertos del último atentado y echan la mirada de odio eterno al gobierno regente. Son libres, aunque vayan en silla de ruedas y te digan que conduces como los aprendices, que sus riñones quieren mimos no paseos a velocidad de crucero. ¡Pero corre niña, que se pasan las dos horas muy rápidas! 

Buscando el sol y aceras en condiciones para que una silla de ruedas pueda ejercer su derecho peatonal, nos encontramos con sombras y más sombras. Pasé frío, sudando del esfuerzo, contradicciones del curro. 

Este año da para muchos capítulos de mi insignificante vida. Soy la lenteja perdida, la que de vez en cuando se vuelve oscura para luego buscar la luz como una polilla. Buscadora con ansiedad ansiolítica. A veces me paso y otras me quedo corta. Quisiera salvar al mundo, hacer justicia, gritar por los que se callan, acompañar al que se siente solo, hablar con el que hace tiempo que no escucha más que tonterías. No me gusta hablar por hablar, me siento responsable de mis pensamientos y expresiones. Acertadas o no.

Sigo teniendo en plantilla a mis héroes que me inspiran historias, me encantaría tener un 'tú a tú' con ellos, sin peloteos, de mente a mente para saludar y ver qué nos podemos aportar. Los blogs y las redes sociales han ayudado a saber más de ellos. Ya sabía que eran humanos, tan humanos como las abuelas que cuido. Incluso mis abuelas tienen más anécdotas dignas de tuitear que muchos que se ven en pantalla. Hasta los héroes son mediocres, como yo cuando me lavo los dientes antes de irme a la cama. Acabo de recordar que leí a David Jiménez en una reflexión similar. En fin, espero que no diga que es plagio.

Me estoy acostumbrando a hablar claro y de frente, para algo soy casi una cuarentona que no esconde su edad. Yo no juego con las fechas, la muerte sabe perfectamente dónde vivo y todas mis rutinas. Así que si no hago juegos de números con ella, los humanos me dan igual.  Demasiado joven, demasiado vieja, demasiado ¿qué? Si tengo el mismo poder que tú para mirarte a los ojos y ver que tus pensamientos son turbios, y mientes más que hablas.

Miro el reloj, me pongo mil alarmas que apago una tras otra, me compré un calendario y tres agendas. Para apuntar, para tener la sensación de control que necesita mi mente. Puedo con todo, como siempre, es solo cuestión de hacer los malabares aprendidos. Ser flexible a los imprevistos y no perder la hoja de ruta.

Seguir con la cara pintada de camuflaje y el cuchillo entre los dientes, la mochila hasta arriba de 'por si a casos'. El uniforme y un café en la mano. Rumbo... A donde haga falta.

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